¿QUÉ PUEDE DECIRSE RESPECTO A LA DESAPARICIÓN DEL NOTICIERO MONITOR?
Lamentable este atropello incalificable a la libertad de expresión. A mi juicio, hay varias facetas en este asunto que merecen atención:
Primero, el Sr. Gutiérrez es una “rara avis” en la radiofonía nacional: se ha hecho a base de esfuerzo propio, en un medio que desde sus orígenes ha sido coptado por los grupos de poder político y económico nacionales. Y ello parece ser, en sí mismo, un pecado. Es el único empresario del gremio – si así podemos denominarlo – que está al frente de su organización en una forma evidente. Es el único que ha luchado incansablemente en pro de una radiodifusión tecnológicamente evolucionada, innovando formas de difusión, contenidos y siempre en aras de la mejora de la totalidad del gremio.
Segundo: nadie puede dudar de su objetividad e independencia como comunicador. Para su desgracia, nuestro país no es una democracia; es, mas bien, un conjunto de cotos de poder (gubernamentales, empresariales, sindicales, de partidos políticos y una larga serie de etcéteras) y a los integrantes de estos les resulta inconcebible que alguien con peso en la opinión pública – como lo es el Sr. Gutiérrez Vivó – pretenda subsistir sin estar afiliado a alguno de estos cotos de poder. Es en ese sentido que se le ha querido vincular al PRD, aunque nadie en su sano juicio podría negar que el Sr. Gutiérrez Vivó ha sido un acérrimo crítico de ese partido cuando a su parecer, éste ha incurrido en acciones lesivas para la comunidad. Resulta entonces imposible achacarle actitudes contrarias a un periodismo responsable.
Tercero: La situación que ahora nos ocupa, resulta arquetípica: pone en entredicho todo el andamiaje gubernamental, jurídico, político, empresarial y sindical vigente. Manda por la borda el “Santo Grial” del libre mercado y la libre competencia, cuando el noticiero de mayor audiencia (Monitor) carece de anunciantes. Revela también un profundo desprecio – por parte de la élites del poder – por la opinión pública, por el ciudadano común y corriente.
Cuarto y último: creo que el Gobierno Federal no ha ponderado adecuadamente el asunto; se ha dejado llevar, aquiescente, por una compleja madeja de acciones “de facto” violatorias, de toda índole, de un orden que – se supone – debe de imperar en un Estado que se precia de democrático. Tal vez éste (el Gobierno Federal) tenga que pagar un precio excesivo por la tutela de los intereses económicos de un empresario que al parecer protege. ¿En qué puede derivar todo esto? Démosle tiempo al tiempo.
Emilio Vega Martín.
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